Maná cierra su gira en el Palacio de los Deportes con un espectáculo lleno de nostalgia y amor por sus fans
El pasado 6 de diciembre, el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México se convirtió en el escenario de una noche mágica e inolvidable. Maná, una de las bandas más icónicas de Latinoamérica, cerró su gira con un concierto que fue mucho más que música: fue un viaje por el tiempo, lleno de emociones, nostalgia y un profundo agradecimiento hacia sus fans.


La noche estuvo cargada de momentos únicos. En un giro inesperado, la banda trasladó parte de su espectáculo a un pequeño escenario colocado en el centro del recinto. Mientras Alex inundaba el Palacio de los Deportes con habilidad y ritmos de su batería. Allí, como trovadores de sus inicios, se entregaron en un formato mágico y acústico, interpretando canciones que llevaban años sin tocar en vivo e incluso interpretando canciones del maestro José Alfredo Jiménez con el peculiar estilo que los caracteriza. Este momento permitió al público conectar con ellos de una manera más cercana y auténtica, recordando aquellas noches en los bares de Guadalajara donde todo comenzó.


El concierto fue un repaso por su trayectoria, con clásicos como “Oye mi amor”, “Vivir sin aire” y otros temas emblemáticos. La producción del espectáculo fue impecable, con un despliegue de luces, efectos visuales y un sonido envolvente que acompañaron perfectamente la energía de la banda. Sin embargo, lo que realmente destacó fue la conexión genuina entre Maná y su público. La entrega de la banda, sumada a su gratitud expresada en cada pausa, hizo del evento una experiencia inolvidable.


Cuando parecía que el show había terminado, con los asistentes ya emocionados y satisfechos, Maná sorprendió al salir una vez más al escenario. Bajo una lluvia de aplausos, cerraron la noche con “Rayando el sol”, uno de sus mayores himnos. Sin duda pudimos observar como algunos asistentes del público que ya se iban, regresaron a sus asientos evocando una sonrisa y mirada de asombro al presenciar esa sorpresa. Este final inesperado fue el broche de oro perfecto para una noche que quedará grabada en la memoria de sus fans.


Maná demostró por qué sigue siendo una de las bandas más queridas de habla hispana. Con un espectáculo cargado de nostalgia, amor y agradecimiento, reafirmaron su lugar como leyendas vivas de la música latina.